viernes, septiembre 11, 2009

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados...

Felices los que ante el sufrimiento propio o ajeno
No tiran la toalla, ni se dan por vencidos.
Felices los que no se quedan paralizados en su dolor
y se mueven buscando consuelo y medicina.
Felices, si frente al dolor acuden a la oración, mirando la cruz,
mientras luchan a brazo partido para ganar la batalla
Felices los que gritan, sudando sangre,
en su Huerto de los Olivos – cada uno tiene el suyo - :
“si es posible pase de mí este cáliz”
y añaden,mirando al Padre,
“pero no se haga mi voluntad sino la tuya”
Felices los afligidos si tienen una esperanza
infinitamente mayor que su aflicción.
Felices los que sufren, si en medio de su dolor,
no recubren con escamas su piel,
y dejan que los acaricien y consuelen.
¡ Sereis consolados !
Felices si no os avergonzais
cuando las lágrimas surcan sus mejillas.
Felices si lloran y se afligen, pidiendo perdón,
por los pecados cometidos.
Felices si habeis aprendido a llorar con los que lloran
y felices, también, si lloran y nadie enjuga sus lágrimas.
Bienaventurados y felices si no ven el sufrimiento ajeno
como castigo de Dios, sino como invitación y llamada
a la ayuda solidaria, para convertir este valle de lágrimas
en un prado verde de alegría, hoy y mañana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hermoso